De: Sabato, Ernesto, Abbadon el exterminador, Ed. Oveja Negra, Colombia, 1984
"Cualquier historia de las esperanzas y desdichas de un solo hombre, de un simple muchacho desconocido, podía abarcar a la humanidad entera, y podía servir para encontrarle un sentido a la existencia, y hasta para consolar de alguna manera a esa madre vietnamita que clama por su hijo quemado" (p. 12)
"Alguien tal vez como el propio Sabato frente a esa clase de implacables adolescentes, dominado no sólo por su propia ansiedad de absoluto sino también por los demonios que desde sus antros siguen presionándolo, personajes que alguna vez salieron de sus libros, pero que se sienten traicionados por las torpezas o cobardías de su intermediario; y avergonzado él mismo, el propio sabato, por sobrevivir a esos seres capaces de morir o matar por odio o amor o por su empeño de desentrañar la clave de la existencia. Y avergonzado no sólo por sobrevivirlos sino por hacerlo con ruindad, con tibias compensaciones. Con el asco y latristeza del éxito." (p. 13)
"Sólo el arte de los otros artístas te salva en esos momentos, te consuela, te ayuda. Sólo te es útil (qué espanto!) el padecimiento de los seres grandes que te han precedido en ese calvario." (p. 99)
"Somos dioses cuando soñamos y mendigos cuando estamos despiertos" (p. 101)
"... quizá no seas un escritor de tu tiempito, pero serás un artista de tu tiempo, del apocalipsis del que de alguna manera deberás dejar testimonio, para salvar tu alma." (p. 114)
"Un sueño, [...] es siempre una pura verdad. Cómo puede mentir? Lo mismo pasa con el arte cuando es profundo. Una doctrina de derecho puede ser una mistificación , puede ser el instrumento que usa una clase plivilegiada para eternizarse legalmente. Pero cómo puede ser una mistificación el QUIJOTE?" (p. 179)
"... aún sin transmigraciones, el alma envejece mientras el cuerpo descansa, por su visita a los antros infernales en la noche. Motivo por el cual se suelen observar hasta en niños miradas y sentimientos o pasiones que sólo pueden explicarse mediante esa turbia herencia de murciélago o de rata, o por esos descensos nocturnos al infierno, descensos que calcinan y agrietan el alma, mientras el cuerpo que duerme se mantiene joven y engaña a esos doctores que consultan sus manómetros , en lugar de escrutar sutiles signos en sus movimientos o en el brillo de sus ojos. Porque esa calcinación, ese encanallamiento es posible detectarlo en cierto temblor al caminar, en alguna torpeza, en peculiares pliegues de la frente; pero también, o sobre todo, en la mirada, ya que el mundo que observa no es más el del chico inocente sino el de un monstruo que ha presenciado el horror." (p. 333)
"Ese hombre extraño y misterioso! Nacido culpable como yo. Porque he venido al mundo con una mala conciencia, con miedo a todo, a los hombres, a la vida. Creo que he cometido algo malo antes de haber nacido" (p. 358)
"Porque el deseo de vivir es así: incondicional e insaciable." (p. 400)
"Ernesto Sabato
Quiso ser enterrado en esta tierra
con una sola palabra en su tumba
PAZ" (p. 421)
(Por cierto, ¿cuál habrá sido el epitafio en la tumba de Sabato? No lo sé, pero sin duda merecía haber sido el anterior. Descance en PAZ)
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