En una junta extraordinaria en Washington D. C. fechada el 27 de Junio del presente año, la C.I.A. discutía el nuevo descalabro que había tenido la seguridad nacional a manos de los hombres de las fotografías. Antaño, varios de los llamados Good Citizen, habían hecho insistentemente una serie de llamadas a las oficinas centrales denunciando a un pequeño grupo de personas (crecía peligrosamente) que aparecían en sus fotografías. Había pasado tal vez medio año después de las primeras denuncias, en esta ocasión el caso sonó en todo el país. En la junta se discutían las razones de una tardía respuesta por parte del gobierno a este grave problema de seguridad nacional. Dada la situación de extremo cuidado y las fundamentadas sospechas (sospechas que los ciudadanos disidentes tachaban de Paranoia de Estado), el momento no se prestaba para reacciones serenas y ecuánimes. Alrededor de las dos y media de la madrugada, aún no se conseguían conciliar los puntos de vista y sacar unánimes un plan de acción que representara cada una de sus posiciones. El hecho a su vez, representaba un desafío a las figuras gubernamentales y sus instituciones. En California ya habían rebasado el peligroso tope de las 500,000 personas que habían notado a los presuntos saboteadores en sus fotografías. Le seguían los estados de New York, Loisiana y Arizona. Por lo visto aquellos disidentes sin escrúpulos se habían encargado de salir a las ciudades donde se concentraba la mayor cantidad de inmigrantes ilegales, de obreros pobres y gente de raza negra con un bajo nivel económico. Después de haberse involucrado un poco en esa vida cotidiana, asestaban ese golpe al fina, que ahora traía de cabeza a las agencias de seguridad y al gobierno. Al haber investigado una cantidad inmensa de fotografías, se dieron cuenta que los rostros jamás se repetían y la letra de lo que parecían ser carteles, tampoco tenían semejanza alguna entre sí. Revisaron fotografía tras fotografía, todo era claro. Todas, mostraban a personas ilusionadas en retratar un momento alegre o importante de sus vidas, y después, al ver sus fotos, les resultaba un fastidio encontrar detrás de ellas, a aquellos desagradables personajes sin miramientos mostrando sus carteles. Siempre había alguien detrás, en ese preciso instante en que se tomaban la fotografía. El gobierno había mandado una iniciativa al senado para prohibir durante medio año cualquier cámara fotográfica en las calles, a su vez también la prohibición abarcaba a cámaras de teléfonos celulares y cámaras de video. Hubo mucha polémica por dicha iniciativa en la opinión pública; sin embrago el instinto nacionalista de los ciudadanos, hacía a la gran mayoría, ver con buenos ojos aquella tentativa de ley. En la junta se continuaba discutiendo el plan a seguir. Ya todo se calmaba poco a poco. Dentro de la mesa comenzaron a surgir las coincidencias y todo empezó a tornarse mas claro y estable. Estaban a punto de salir de ese jaque, nada más por el hecho de que un grupo creciente de inconformes aparecía detrás de los retratos con carteles escritos a mano diciendo “KILL CAPITALISM”.
"Todas la partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, ailjibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo... Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, asterión."
Jorge Luis Borges, La casa de Asterión.
Jorge Luis Borges, La casa de Asterión.
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