De: Revueltas, José, El luto humano, Ed. Era, México, 1981.
"La muerte tomaba con frecuencia esa forma de reptil inesperado. Agredía a mansalva y agrandándose simplemente para dejar la mordedura y retroceder a su rincón húmedo. Una víbora con ojos casi inexpresivos de tan fríos, luchando, sujeta por el águila rabiosa, invencibles ambas en ese combatir eterno y fijo sobre el cacto doloroso del pueblo cubierto de espinas." (p. 35)
"La insensata soberbia temeraria. El afán de inmortalidad; la locura de vivir más allá de la vida: todo lo que no era someterse, crecer, animar dentro del proceso de la humilde vida, siempre dispuesta a negarse y desaparecer, que Dios había hecho para Él mismo, quizá, mejorar con el sacrificio y entrega total de sus hijos, había sido abatido por "el brazo de su poder". Ahora abatía el orgullo de estos seres, ahora llamaba a la puerta." (p. 53)
"Amar a Dios sobre todas las cosas... Lo amarás por encima de todas las cosas. Por encima de tu madre, de tu esposa, de tu hijo, de tu hermano, porque eso que amas, en verdad, es tu sufrimiento, las lágrimas que te salen, la entraña que se te pudre pudre lentamente." (p. 68)
"... ¿Y por qué no despreciarás a tu prójimo como a tí mismo? Pues toda la vida es acumulación de desprecios hasta que sobreviene el desprecio final, el gran desprecio que es la muerte. Y doloroso como llama que ciega, el minuto de espanto en que la insoportable revelación se escucha: nunca amaste, antes bien despreciaste en todas tus acciones: cuando luchabas por la riqueza o la gloria o creíste trabajar por tus semejantes. Y el hombre no oye esta voz sino hasta un segundo antes, cuando ya es imposible volver atrás y comenzar de nuevo." (p. 71)
"Reposaban todos dentro de su respectivo ataúd, féretros con piernas, limitados sobre aquella azotea desnuda." (p. 84)
"¿Qué significado tenia el que alguien apareciese en la existencia si lo esencial era lo contrario, el desaparecer, cuando con ello se renueva la condición fatal del hombre?" (p. 88)
"No somos una sociedad de socorros mutuos sino un sindicato revolucionario..." (p. 157)
"pero yo sé que todo ese olor lo tengo en mí y no debía taparme la naríz. Yo sé que guardo toda la miseria y toda la grandeza del hombre dentro de mi propio ser. Que defeco y eyaculo y puedo llenarme de pus el cuerpo entero. Cuando lo reconozco me dan ganas de llorar, lloraría como nadie lo ha hecho en toda la historia humana de poder aspirar el nauseabundo olor de mi propia carne entre las llamas o presa de las corrientes eléctricas de una bestial silla homicida, porque ése es mi olor, y el olor del criminal ejecutado era el propio olor mío, a cerdo en llamas y cabellos y grasa ardiendo." (p. 184)
"Todas la partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, ailjibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo... Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, asterión."
Jorge Luis Borges, La casa de Asterión.
Jorge Luis Borges, La casa de Asterión.
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